martes, 10 de mayo de 2016

Hablar con Dios es posible, así lo demostró el experimento Duncan


“He hablado con Dios, y él nos ha abandonado”

En 1983, un grupo de científicos ingeniosos y a la vez mórbidos de Carolina del norte, liderados por el doctor Gary E. Duncan, llevaron a cabo un experimento en un recóndito laboratorio no revelado. La hipótesis: Un hombre, sin sentidos ni formas de responder a ningún estímulo, podría hablar  con Dios.

Su teoría estaba basada en que los sentidos habían incapacitado nuestro pensamiento de la eternidad, y sin ellos, un humano podría entablar un conversación directa con el creador a través del pensamiento.

Un anciano, de nombre Harry S. McPherson que afirmaba no tener razón alguna para seguir viviendo y con una intriga de niveles estratosféricos, decidió voluntariamente hacer parte de este macabro experimento y ser el conejillo de indias de este proyecto.

Para privarlo de los sentidos, esta marioneta de laboratorio fue sometido a una compleja operación en la que cortaron todas las conexiones de los nervios sensoriales hasta el cerebro. El hombre se podía mover, pero le era imposible ver, saborear, oler, escuchar o sentir… no podía percibir el mundo exterior, era una meditación eterna  que lo conducía hacia su propio sufrimiento.

Los científicos lo trataban y monitoreaban mientras este les manifestaba su confuso estado de ánimo, ya que algunas de las frases eran incoherentes.  Luego de cuatro angustiosos días, el anciano afirmaba poder “escuchar” voces imposibles de entender que le susurraban dentro de su cabeza, y le generan una ansiedad incontrolable. Los déspotas científicos le prestaron la mínima atención, suponiendo que se trataba de un inicio de psicosis.

Dos tormentosos días pasaron para que la situación se empezara a agravar; Harry gritó que de manera increíble podía escuchar a su esposa muerta, y para colmo, se podía comunicar con ella. Los tratantes se empezaron a poner nerviosos pero no estaban convencidos hasta que el hombre empezó a nombrar familiares muertos de los investigadores, y la gota que colmó el vaso, fue cuando este empezó a revelar secretos que únicamente sus familiares muertos sabían. En este momento la mayoría de los científicos tiraron la bata y salieron despavoridos de la investigación, y abandonaron el estudio por completo.

Después de una semana de largas y torturantes conversaciones con fallecidos, el anciano empezó a manifestar que aquellas voces inofensivas se habían vuelto abrumadoras, y que la angustia que este sentía era increíble… ahora los sonidos se negaban a abandonarlo. Él con frecuencia se arrojaba contra los muros del laboratorio buscando alguna forma de sentir dolor, acciones que eran inútiles y que lo único que hacían era incrementar su sufrimiento.

Rogaba a Duncan por sedantes para poder dormir y escapar momentáneamente de su tortura, táctica que los primeros días funcionó, pero quedó en vano cuando las constantes pesadillas se volvieron el pan de cada día del hombre.

Su histeria empezó a aumentar hasta que, él gritando, se intentaba sacar sus ojos no funcionales con tal de sentir algo en el plano material. El sujeto afirmaba que las voces eran ahora gritos ensordecedores y hostiles, confesándole secretos acerca del infierno y el fin del mundo. En un momento dado, estos seres le gritaron durante cinco horas seguidas: “No hay cielo, no hay perdón”.

Harry rogaba a los científicos que acabaran con su sufrimiento y lo mataran,  pero los investigadores restantes estaban convencidos de que faltaba muy poco para la comunicación con Dios. Al otro día ya no podía formar frases coherentes,  se comenzó a arrancar pedazos de su piel a mordiscos. El doctor Duncan se aproximó a él y con ayuda del grupo lo contuvieron amarrándolo en una mesa, para que este no se pudiera suicidar.


Después de una hora de estar atado, dejó de luchar, de gritar y de rogar piedad. Se quedó observando  el techo en silencio, mientras que lágrimas cruzaban su rostro y caían en un borde de la mesa. Durante dos semanas tuvo que ser hidratado con diferentes métodos, ya que el llanto no cesaba. Con el tiempo el hombre dirigió su cabeza y, a pesar de su ceguera se puso en contacto por primera vez en todo el tiempo que había pasado en el laboratorio, y con una vez quebrada le susurro: “He hablado con Dios, y él nos ha abandonado” mientras sus signos vitales se desaparecían sin ninguna causa aparente. 

1 comentario:

  1. Esto es un CREEPYPASTA: son historias cortas de terror recogidas y compartidas a través de Internet, como en foros, blogs o videos de YouTube, con la intención de asustar o inquietar al lector, cuyos límites entre realidad y ficción permanecen difusos. https://g.co/kgs/bdA3wV

    ResponderEliminar

Hola, gracias por hacer parte de nuestra comunidad, te mantendremos informado de todos los trapos que entren a nuestro chifonier.

´Te puede interesar leer:

Debes leer

¿Tyrion Targaryen?: 10 factores que apoyan la teoría

Si si si, Jon Snow ha vuelto entre nosotros, al tercer capítulo resucitó y su reino no tendrá fin, si si, pero en el capítulo dos de...